“…en el fondo, un actor es alguien que trata de arrancarse, a través de formas, el presente que le quema dentro del cuerpo…” (César Brié).

Coaching de actores

Nuestra actividad consiste en observar tu abanico de recursos y herramientas para proponerte alternativas que, desde tu individualidad, te acerquen a la escena, texto o personaje que necesitás abordar.

Si tenés material que nunca concluiste,
Si necesitás entrenamiento individual,
Si tenés un casting,
Si tu grupo o compañía necesita ajustar la puesta antes del estreno,
Si tenés que preparar escenas para tus cursos o seminarios de teatro,
Si no sos actor y sos convocado a filmar...

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miércoles, 28 de abril de 2010

Fragmento de Escritos sobre Teatro de Bertold Brecht


La profesión de actor


1. Puesto que la profesión de actor siempre exige gran tensión, el actor debe aprender a relajarse. En todo momento debe evitar la extrema tensión y la laxitud total.

2. Aunque más no sea para que el teatro sea siempre algo especial para el actor, renunciará a todo lo teatral en su vida privada. Empero, no renunciará al estilo, se encuentre o no en público.

3. Su profesión lo enfrentará a dos tentaciones: la de apartarse de los demás o la de arrojárseles a los brazos. Debe resistirse a ambas.

4. Su profesión lo enfrentará a otra tentación más: la de compadecerse de sí mismo... Inconscientemente está clamando por compasión desde la escena, aun para los personajes más malvados. También debe resistirse a esta tentación.

5. Debe procurar no ser demasiado vulnerable ni acorazarse demasiado.

6. El arte de observar lo ayudará a salvar muchas dificultades.



Reglas elementales para el actor

• No cambiar la voz para representar ancianos, bribones o personajes amigos de cantar verdades.

• Dar lugar a la evolución de los personajes. Por ejemplo, en La madre, Pavel Vlassov se convierte en revolucionario profesional. Sin embargo al comienzo no lo es, de modo que no hay que representarlo como tal.

• No caracterizar a los héroes mostrándolos como incapaces de atemorizarse ante nada, ni a los cobardes como incapaces de un rasgo de valor. Las características contenidas en una palabra como héroe o cobarde son muy peligrosas.

• No levantar la voz cuando se habla de prisa; no caer en el patetismo cuando se levanta la voz.

• Cuando el actor quiera conmover al espectador, no debe conmoverse a sí mismo. En general, el realismo sale perdiendo cuando el actor se “deja dominar por la compasión”, por el entusiasmo o lo que sea.

• La mayoría de los personajes de la escena alemana no han sido tomados de la vida real, sino del teatro. Tenemos al anciano de teatro, que temblequea y tartamudea; al joven de teatro, que es fogoso o irradia inocencia infantil; a la cocotte de teatro, que habla con voz velada y balancea las caderas; al burgués de teatro, que se mueve con estrépito, etcétera, etcétera.

• La sensibilidad social es indispensable para el actor. Pero eso no reemplaza el conocimiento de las situaciones sociales. Y el conocimiento de las situaciones sociales no reemplaza el permanente estudio de las mismas. Cada personaje, cada situación, cada discurso exige nuevo estudio.

• Por espacio de un siglo se seleccionó a los actores por el temperamento. Ahora también se necesita temperamento —mejor dicho, vitalidad—; pero no para arrastrar al espectador, sino para lograr la gradación que exigen los personajes, situaciones y discursos en escena.

• En las piezas mediocres suele ser necesario “hacer algo de nada”. Pero en las obras de calidad no hay que exprimir todo, para que dé más de lo que ofrece. No se debe transformar la serenidad en excitación, la distensión en tensión. En las obras de arte hay —y en eso tienen algo de organismos vivientes— altibajos. Es preciso respetarlos.

• En lo referente al pathos: cuando no se trate de componer un personaje patético, hay que ser muy cauto con el pathos. Recordemos el refrán popular alemán que dice: Si no hubieras trepado, no te habrías caído.

Tendencias generales que el actor debería combatir

• Buscar el centro del escenario.
• Apartarse de los grupos, para quedar solo.
• Aproximarse a la persona a la cual le está hablando.
• Mirar constantemente a la persona con la cual dialoga.
• No mirar a la persona con la cual dialoga.
• Colocarse siempre en línea paralela al borde del escenario.
• Levantar la voz a medida que aumenta la velocidad del discurso.
• En lugar de representar una cosa después de la otra, representar una cosa a partir de la otra.
• Esfumar los caracteres contradictorios de un personaje.
• No investigar las intenciones del autor.
• Subordinar las propias experiencias y observaciones a las presuntas intenciones del autor.

Consejos para actores

1) Al ensayar hay que cuidar de no levantar la voz; porque cuando uno habla en voz muy alta se oye mal a sí mismo. Además, hablar en voz alta proporciona una sensación de seguridad y al ensayar se debe tantear con legítima inseguridad en busca del gestus y del acento apropiados. Aun más tarde, al actuar, el tono -aunque ya establecido (por experiencia, intención, placer)- debe tener siempre algo de tentativo, como si se estuviera proponiendo, consultando.

2) En los actores de la vieja escuela, la intención y la realización suelen fundirse tan completamente que la primera desaparece para el espectador. Con eso logran mostrar lo natural. Pero para nosotros, lo natural tiene la desventaja de no mostrar nada.

Dificultades de los pequeños papeles. comentó en una ocasión, refriéndose a un joven actor: “Tiene condiciones, pero no tiene técnica. Todavía no puede desempeñar papeles pequeños.”. Señalaba así la dificultad de los pequeños papeles.

Pero también sabía, naturalmente, que hay quienes tienen condiciones para grandes papeles y quienes tienen condiciones para papeles pequeños. Refiriéndose a este hecho, solía relatar una anécdota del finés Nurmi, un corredor de resistencia. Por la estupidez y el afán de lucro de sus agentes, Nurmi debió intervenir en una carrera de trayecto corto. Sorprendentemente incapaz de apresurar su carrera regular, calculada para trechos largos, salió perdedor en la competencia.


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